jueves, 29 de septiembre de 2011

¿Quiénes somos? Docentes por el Cambio

Docentes por el Cambio
Documento de Presentación
  ¿Quiénes somos?
Somos docentes, miembros de la AGD, varios de nosotros militamos en el gremio desde su fundación –incluso desde antes; somos compañeras y compañeros que nos reconocemos como parte de la izquierda pero que no necesariamente estamos organizados bajo las formas partidarias que pretenden identificar al gremio con organizaciones políticas. Nos alientan recorridos y experiencias dentro del movimiento obrero, social y estudiantil, algunas históricas y otras más recientes. Construimos también en base a nuestra propia experiencia y protagonismo, junto a un conjunto amplio de compañeros y compañeras. Hemos participado en las luchas educativas de las últimas décadas, desde las huelgas de fines de los 80s, el enfrentamiento a la Ley de Educación Superior, el recorte menemista y la gran huelga de 2005, entre muchas otras. Creemos que es enriquecedora para la construcción del gremio la confluencia de múltiples experiencias e identidades políticas en función de alimentar una búsqueda común de un gremio combativo y democrático, con protagonismo docente e independencia política.
¿Qué nos convoca?
Nos reúne la convicción de que la existencia de la AGD constituye un triunfo de todos/as los/as docentes de la Universidad de Buenos Aires, y de que un gremio combativo y democrático es una condición indispensable para defender nuestros derechos como trabajadores, pero también para construir una universidad pública y gratuita, comprometida con la educación y la producción de conocimiento crítico orientado a la transformación de nuestra sociedad.
Este compromiso con la defensa de nuestra herramienta gremial no debe llevarnos a la parálisis y al conservadurismo político. De hecho, creemos que la mejor forma de defender esa herramienta es la apertura de un proceso de reflexión crítica que nos permita fortalecerla, lo que hoy implica, necesariamente, transformarla.
Consideramos que este proceso sólo es posible con la participación del conjunto de los/as docentes. Sabemos que algunas de las particularidades de nuestro trabajo –la alta proporción de docentes con dedicación simple, ni qué decir de la cantidad de docentes ad honorem, el sesgo individualista que suele asumir nuestra trayectoria laboral, la persistencia de la identificación con la figura del profesional liberal, el carácter intelectual de nuestras tareas, entre otras– dificultan la identificación como trabajadores y la construcción gremial. Sin embargo, pensamos que la actual conducción de la AGD-UBA no sólo no busca mecanismos para interpelar a los docentes como sujetos trabajadores sino que al promover una práctica política autorreferencial sólo sirve para cristalizar y perpetuar esa situación, tomando a los docentes como “objeto”. Creemos que esto constituye un obstáculo no sólo para el crecimiento del gremio y su consolidación, sino también en términos de la representatividad y eficacia de las decisiones que éste toma. En ese sentido, consideramos que la construcción de un gremio combativo, democrático y representativo implica abrir el espacio gremial a la participación de todos los docentes y contener todas las corrientes y orientaciones políticas existentes.
Algunos inconvenientes que observamos en el accionar de la actual conducción del gremio podrían sintetizarse en los siguientes puntos:
        Cierta incapacidad para contener tanto las distintas expresiones político-sindicales que existen dentro del gremio, como la de incorporar a los debates gremiales a los/las compañeros/as que no forman parte del activo, por ejemplo, al no promover instancias de trabajo a partir de problemáticas cotidianas de los y las docentes.
      Centrar principalmente la actividad en la reivindicación salarial, dejando de lado un sinnúmero de problemas que enfrentamos como trabajadores docentes, y que están relacionados con la complejidad de nuestra relación laboral específica, con la naturaleza pedagógico-académica de nuestra actividad. La AGD, en tanto organización gremial, no puede ni debe aislarse de aquello que conforma el trabajo concreto de sus afiliados, la discusión acerca de la orientación en la docencia y en los modos de producción científica que hoy se le imponen a la Universidad.[1]
     Problemas de circulación y transparencia en la información del funcionamiento del gremio, a la que deberían acceder todos los afiliados.
       Obstaculización sistemática del correcto funcionamiento de los organismos gremiales, al desconocer la proporcionalidad entre mayorías y minorías de las listas y agrupamientos que conforman la gremial.[2]
       Escasa reflexión sobre el rol social de la Universidad –y, por lo tanto, de los docentes universitarios– y sobre la estructura actual del sistema científico y tecnológico.
        Escasa participación del gremio en la discusión en torno de los aspectos pedagógicos en general y, en particular, de los planes de estudio de las carreras de grado.
     Relación no satisfactoria de la gremial docente con las restantes gremiales de la Universidad: falta de articulación con los no docentes y una relación no potenciadora, sesgada y superestructural con las organizaciones estudiantiles.
La conducción actual de AGD-UBA, hegemonizada por la Naranja-PO, entiende que construir el gremio significa hacer prevalecer en todas las instancias gremiales su mayoría circunstancial, valiéndose de las falencias y/o vacíos del estatuto o, en ocasiones, tergiversándolo.
Esta concepción de la organización gremial es remisa a multiplicar y ampliar la base de construcción del gremio, lo que permitiría un debate democrático y respetuoso. En cambio, la actual conducción tiende a rechazar a los docentes y agrupaciones que no se identifican con su línea política. Esto se articula con una concepción política y gremial en la que se prioriza un consignismo superfluo –o, en el mejor de los casos, superestructural– que no potencia la construcción efectiva de relaciones de fuerzas que permitan transformaciones decisivas.
En nuestro caso, pensamos que la radicalidad de una política debe evaluarse, en primer lugar, por su capacidad (o cuanto menos su potencialidad) de transformación de las condiciones existentes y no por la formulación de consignas que ignoran las relaciones reales de fuerza para su concreción. En segundo lugar, el otro aspecto que define a una política radical es la forma en que se lleva adelante, esto es, a través de mecanismos de participación democráticos, plurales y horizontales que contengan a las mayorías reales.
Algunas problemáticas académico-gremiales
Los compañeros y compañeras que integramos este espacio creemos en la necesidad de trabajar sobre una cantidad importante de temas que hacen a nuestra condición de trabajadores docentes universitarios. Sobre algunos de ellos venimos desarrollando una labor sistemática, sobre otros tendremos que profundizar esfuerzos para encarar problemas que, dada nuestra especificidad como trabajadores, no son sólo de índole puramente gremial sinoacadémico-gremial
         Situación presupuestaria de la Universidad. Aun en el contexto de precariedad del salario docente y no docente, hoy el 91% del presupuesto de la UBA está destinado al pago de salarios, lo que implica que sólo un 9% está asignado a solventar las necesidades restantes. No es necesario hacer las cuentas para comprender que no es posible sostener una institución como la UBA contando con tan magra asignación presupuestaria. De esta forma, las dependencias académicas fueron empujadas a la adquisición de recursos propios provenientes de servicios a terceros que permiten solventar las necesidades que no pueden ser satisfechas con el presupuesto proveniente del tesoro nacional.[3] Esta dependencia de los servicios a terceros agudiza el problema del control sobre nuestro propio proceso de producción de conocimiento. Más allá de su discurso, el Gobierno Nacional no ha dado pasos concretos para mejorar sustancialmente la situación de las universidades nacionales, no ha producido aumentos presupuestarios de importancia en términos reales –ajustando por la inflación– y está lejos de romper decisivamente con la legislación educativa aprobada en la década de los 90s.  
         Nivel de los salarios docentes. Hacia fines del año 2010, la CONADUH y 5 asociaciones de base de la CONADU –es decir, 26 de las 31 universidades nacionales– resolvieron un plan de lucha en demanda de la reapertura de la mesa de negociación salarial. El motivo era la aceleración de la inflación, que se encontraba desde julio de 2010 en un 2% mensual. Durante la primera parte del año 2010 casi todos los sindicatos firmaron acuerdos por incrementos salariales superiores al 24%, y la mayoría de los docentes universitarios obtuvo apenas un 19,9%, con lo que nuestro salario real cayó al menos un 4% en 2010, luego de la recomposición –con blanqueo salarial incluido– que se logró sobre todo a partir de 2005. Si bien, lucha mediante, los salarios se fueron recomponiendo luego del quiebre del 2001, desde 2007 hasta 2009 nuestro salario real se estancó y en 2010 cayó. Este año 2011, cuando pretendía imponerse desde la CGT el piso del 24%, las federaciones universitarias lograron el aumento en curso del 27% más una relativa recomposición del nomenclador, con lo que se recuperó cierto nivel salarial perdido durante 2010. Actualmente, la AGD y la CONADUH están solicitando la reapertura de la Mesa de negociación salarial, incluyendo la discusión de un Convenio Colectivo para nuestra actividad. Defender lo conquistado y avanzar hacia nuestro objetivo histórico de la media canasta para el cargo testigo hace indispensable dejar en claro a la sociedad la realidad de nuestro salario y de nuestras condiciones de trabajo, de modo que el gobierno acepte reabrir la mesa de negociación salarial.
         La fragmentación salarial y los programas de incentivos. Otro aspecto de la cuestión del salario está constituido por la situación de fragmentación salarial, cuya máxima expresión es la continuidad del programa de incentivos. Este programa fue instaurado durante el período de mayor flexibilización de los docentes universitarios y a través de él se instaló la política de que parte del salario no configura un derecho de los trabajadores sino que son premios al mérito que, incluso, se perciben en negro y que no alcanzan a la totalidad de los docentes. Otra problemática reciente que, en este sentido, merece debatirse es el tema de los plus por posgrados.
         Precarización laboral. Además de la situación salarial, los docentes de la Universidad de Buenos Aires padecemos una serie de situaciones de precariedad laboral que asumen diferentes formas según las unidades académicas. En el extremo, se encuentran aquellos que bajo el eufemismo de “ad honorem”, desarrollan sus tareas de manera totalmente gratuita. Estos docentes no realizan un trabajo voluntario sino que se ha instituido como una “costumbre” —que permite adaptar las necesidades de aumentar la planta docente a la restricción presupuestaria impuesta por el gobierno— ingresar a la actividad docente trabajando gratis.[4] Los denominados “precarios” son aquellos docentes que aun cobrando su salario correspondiente, éste no pertenece al cargo en el que se desempeñan sino que está “atado” a concursos pendientes o a licencias de docentes de otros cargos, lo que significa que estos salarios son temporarios y que cualquier tipo de movimiento, por pequeño que sea, deja al docente en condición de ad honorem. La denominación de “inadecuados” remite a los docentes que perciben salarios inferiores al cargo que desempeñan; por ejemplo, JTP's que cobran salarios como ayudantes de 1ra. o de 2da., de adjuntos que cobran como JTP's o ayudantes, etc. Los “interinatos” –que atraviesa a las categorías antes descriptas— constituye otra forma de precariedad, en la medida en que los docentes interinos son nombrados anualmente – en el mejor de los casos – y pueden ser despedidos sin indemnización alguna si el Consejo Directivo de la facultad decide no renovar su cargo y sin justificación. Esto significa que miles de docentes en la Universidad de Buenos Aires se encuentran en una situación de precariedad laboral similar a la de cualquier trabajador en negro. Consideramos que la superación de las formas de precariedad laboral en la docencia universitaria exige de una política comprometida a romper con las restricciones presupuestarias pero también de una política de regularización que responda a las necesidades de los docentes.
         Condiciones de ingreso y permanencia. Creemos que el régimen laboral de los docentes universitarios debe ser discutido por todos los docentes teniendo en cuenta todas sus aristas, las particularidades de cada grupo de disciplinas y las diferentes tradiciones imperantes en cada dependencia académica. Creemos que algunos aspectos que los docentes debemos discutir son la inestabilidad laboral, la expansión de la figura deinterino, la forma en la que se realizan los concursos y la necesidad de una carrera docente que contemple tanto la estabilidad laboral como los requerimientos pedagógico-académicos. Vale mencionar que este debate debe partir del hecho de que nuestra Universidad se encuentra repleta de trabajadores ad honorem.
         Condiciones y medio ambiente de trabajo. Absorbidos por la lucha salarial, las condiciones de trabajo han sido, en general, dejadas de lado por los sindicatos. Esto ha significado –en los hechos– que los trabajadores nos hemos autoexcluido de la discusión sobre los modos y los marcos en que desarrollamos nuestras tareas dejando su definición a los empleadores. Cuando hablamos de condiciones de trabajo nos referimos no sólo a los aspectos edilicios –que, por supuesto, están incluidos– sino a todas aquellas dimensiones que estructuran y afectan nuestro trabajo. En la labor de docencia e investigación, considerar estas dimensiones incluye pensar la estructura de cátedra, las exigencias de productividad, la forma y condiciones de los procesos de enseñanza e investigación, la disponibilidad de materiales de trabajo, entre otras, concibiendo que la lucha gremial no puede reducirse a lo salarial sino que debe ser parte de una lucha más amplia por el conjunto de las condiciones de trabajo que son, además, las condiciones de trabajo de los/as compañeros/as no docentes y las de aprendizaje de nuestros y nuestras estudiantes.
         Política científica y educativa. En términos generales, la tendencia creciente a valorar la productividad cuantitativamente –en lugar de una valoración cualitativa del desempeño de docentes e investigadores– se vincula en gran medida con las transformaciones sufridas por las instituciones universitarias y de investigación en las últimas décadas. Entre las principales expresiones de tales transformaciones destacamos la Ley de Educación Superior (LES) y la creación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU). La LES fue sancionada con el objetivo de domesticar la labor de la Universidad, subordinándola a las necesidades del sector productivo, que en nuestro país está representado por la empresa de carácter privado. De esta forma, vemos que ésta establece criterios que asimilan utilidad social a producción de soluciones para las empresas –los sociólogos, por ejemplo, se convierten en encuestadores, los ingenieros en técnicos y la universidad, en un dispenser de mano de obra. Entre otras cosas, y sobre todo, la LES promueve el autofinanciamiento, e incluso el cobro de aranceles a los estudiantes, como respuesta al vaciamiento presupuestario estatal, haciendo que la Universidad se convierta en un engranaje más de la producción, pero en este caso, en manos de privados. La CONEAU  es la herramienta de presión para que se cumpla este programa para la educación. Su misión es analizar, evaluar y categorizar las carreras universitarias, y sugerir modificaciones que abarcan todos los aspectos de la vida académica, desde la generación de infraestructura, la creación de posgrados orientados o la modificación de la currícula de una carrera. Así, el incumplimiento de estas sugerencias puede determinar la validez o invalidez de un título universitario. Esta ley menemista sigue vigente en la mayoría de las universidades nacionales y ha permeado la realidad de la UBA aunque sea de manera limitada. Una vez más las promesas gubernamentales respecto de su derogación han quedado en el olvido y somos los estudiantes y trabajadores de la universidad los que tendremos que encabezar la lucha para acabar con esta legislación.
         Burocratización de las actividades y tareas académicas. Otra de las constantes de la labor académica ha sido el exponencial incremento de la burocracia académica. Hoy un docente-investigador pasa más tiempo pidiendo permiso para hacer y rindiendo cuentas por lo que hizo que investigando. Pedidos de subsidios, informes de avance, informes anuales o bianuales de desempeño, informes finales y presentaciones a beca son sólo algunas de las innumerables instancias en las que, en el lapso de un año, dedicamos semanas a realizar tareas que ni siquiera pueden considerarse anexas a nuestra labor. Es necesario elaborar un sistema que balancee racionalmente las tareas burocráticas asociadas a nuestra labor para no convertirnos paulatinamente en administradores de la ciencia y la educación, y poder seguir siendo científicos y educadores.
         La reproducción de prácticas clientelares. Actualmente, en la mayor parte de las dependencias académicas de la UBA asistimos a una política casi feudal de designación docente. En los casos de designación interina sin concurso, un docente sólo resulta nombrado si el titular de cátedra puede hacer –y hace– la presión necesaria para que esto ocurra. Una situación similar aparece cuando se trata de la realización de concursos que permitan a los docentes la regularización de estos cargos, concursos con nombre, jurados amigos, áreas temáticas restrictivas, además de la negociación de nombramientos, las arbitrariedades en los concursos y en las evaluaciones para el otorgamiento de subsidios, el ingreso informal a la docencia a través de la figura de ad-honorem y las presiones corporativas de cátedras, departamentos y grupos políticos para la conservación y obtención de espacios académicos, prácticas que se han vuelto cotidianas y naturalizadas. Entendemos que los y las docentes no podemos estar sujetos a este tipo de arbitrariedades en aspectos que afectan no sólo nuestras condiciones salariales y de trabajo; se trata, en efecto, de cuestiones que atañen a la dimensión política y académico-gremial de nuestra labor.
         Democratización de los órganos de cogobierno de la Universidad. Estas problemáticas académico-gremiales que venimos desarrollando tienen que ver con las formas de participación de los trabajadores universitarios –tanto de los docentes como de los llamados no docentes– en las formas de cogobierno de la Universidad. En este sentido, consideramos fundamental que nuestro gremio asuma un rol activo en torno de esta cuestión.
Una concepción alternativa del trabajo gremial
Es nuestra aspiración que, en el trabajo conjunto sobre estos puntos, en la militancia de base cotidiana, y a partir de la reflexión con la que iniciamos este documento, pueda ir emergiendo una renovada práctica político-sindical en nuestra AGD. Es en este camino que llamamos a construir colectivamente, con humildad y espíritu plural. Tenemos la convicción de que una de las claves para esto es lograr interpelar a muchos más docentes, para que participen no solo en la toma de decisiones en situaciones determinadas sino, principalmente, en la construcción cotidiana del gremio.
Es indispensable reconocer el escaso nivel actual de participación de los docentes en los espacios gremiales y, por lo tanto, en las medidas de lucha para poder revertir esta situación. Actualmente, las medidas de fuerza son decididas por una pequeña fracción de los docentes, generando una aceptación en forma pasiva o, incluso, un rechazo por parte de un número importante de compañeros y compañeras. Esta modalidad y dinámica en la toma de decisiones no produce sino un debilitamiento de la propia organización gremial. Por ello, una de las cuestiones centrales a discutir es cómo preparamos medidas de fuerza efectivas y evitamos que se desvirtúen métodos de lucha históricos de nuestra clase, o sean utilizados de manera fundamentalmente “mediática”. Reivindicamos la militancia política, pero no compartimos la identificación de una herramienta gremial con partidos políticos determinados que puedan estar en su conducción: el gremio debe expresar la heterogeneidad de las identidades políticas que existen en la Universidad y en la sociedad.
En este sentido, defendemos las asambleas como instancias indispensables, que fortalecen la construcción del gremio, profundizan la participación docente y potencian la expresión de las diversas perspectivas que se conjugan en el seno de un gremio democrático.
Por último, creemos indispensable transformar las formas actuales de articulación con los estudiantes y no docentes, en general, y sus organizaciones gremiales. Tal transformación, según entendemos, debería estar orientada a concebir acciones conjuntas, con el fin de hacer confluir nuestras reivindicaciones particulares en un plano superior de lucha por una educación pública, gratuita, crítica y popular.
Algunas propuestas a discutir y trabajar
Por todo lo anterior, consideramos imperioso establecer mecanismos para discutir entre todos los docentes del gremio los medios para: 
-         Defender y reorganizar la AGD contra todas las formas de burocracia sindical.
-         Avanzar en un funcionamiento democrático y plural, respetando el derecho de las minorías y evitando la reducción del gremio a su conducción.
-         Propugnar un gremio en crecimiento, de base, heterogéneo y dinámico, corrigiendo la tendencia a ser un gremio chico, políticamente homogéneo y cristalizado.
-         Superar la labor de tipo asistencial hacia los afiliados por parte de la conducción del gremio.
-         Abrir a todos los docentes la discusión sobre la política y el destino de recursos propios.
-         Consolidar un gremio combativo, antiburocrático e independiente de las autoridades universitarias y ministeriales.
-         Profundizar la coordinación nacional de los docentes universitarios por medio de espacios democráticos para revertir la actual situación de la fragmentación sindical.
-         Potenciar la articulación con las demás gremiales de la Universidad.
-         Abogar por el reconocimiento y el autorreconocimiento de los docentes e investigadores como trabajadores.
-         Coordinar con otras expresiones democráticas del movimiento obrero sin supeditarnos a las directivas de las mayorías circunstanciales de nuestro sindicato.
-         Luchar contra la precarización laboral docente y lograr imponer una lógica de “igual salario por igual tarea”.
-         Desnaturalizar la figura de ad honorem y terminar con el trabajo gratuito y con la lógica del “derecho de piso”.
-         Recomponer el nomenclador docente, contra la fragmentación salarial producto de programas de incentivos o de plus por posgrados.
-         Incorporar como aspecto esencial de nuestro trabajo gremial las discusiones vinculadas a las problemáticas pedagógicas y académico-científicas.
-         Impulsar la discusión de nuevos reglamentos para el ingreso y permanencia, por la estabilidad docente y la defensa de concursos transparentes, y con un debate profundo sobre las diversas formas de carrera docente.
-         Abogar por una real política de infraestructura universitaria que permita condiciones dignas de trabajo y estudio.
-         Resistir al criterio productivista que rige los actuales parámetros de evaluación científica y lograr consolidar una política que jerarquice el propósito social de la investigación.
-         Revertir la expansión de la burocracia académica y de la lógica de las prácticas clientelares.
-         Democratizar los órganos de cogobierno mediante el establecimiento de un claustro único docente. 
Para avanzar en el sentido de estas propuestas consideramos indispensable la participación de todas/os las y los docentes del gremio, incluidos los miembros de la actual conducción, a quienes consideramos como compañeras y compañeros de lucha. Nos distingue de la actual conducción una concepción acerca de la forma de organización y de acción de nuestro gremio, pero sólo una cooperación que suponga la superación de las oposiciones circunstanciales y la integración de las diversas expresiones podrá conducirnos a la profundización de nuestra organización gremial y a la concreción de objetivos comunes.
Docentes por el Cambio
Acosta, Ana (CD AGD-FCE). Aliotta, Valeria (FCS). Anta, Pablo (FCS). Barbeito, Matías (FCEyN). Barón, Camila (FCE). Bastos, Ariana Cynthia (FP). Bercovich, Alejandro (FCE). Bertalot, Federico Matías (FIUBA). Boggi, Silvina (FIUBA). Bullor, Leandro (FCE). Buchter, Juan Edgar (FCE). Cascardo, María Florencia (FCE). Caselles, Victoria (FP). Cassani, Javier (FD). Cazenave, Ariadna (FCE). Ciolli, Vanesa (FSOC). Colombo, Octavio (CD AGD-FyL, Lista Violeta FFyL). Córdoba, Mariana (Colectivo de Docentes del CBC). Dieguez, Ricardo (Lista Violeta FCE). Dulcich, Federico (FCE). Farías, Ariel (FCS). Fistzen, Martín (FCE). Filipelli, María José (FP). Fraile, Laura (CBC). Freire, Magalí (FP). Galkin, Federico (FCE). Galván, Mónica (FIUBA/CBC). García Orfanó, Demián (FCE). García, Rolando (FSOC). Garibaldi, Micaela (FP). Giormenti Moravec, Mauro (CBC). Girard, Melisa (FCE). Glavich, Eduardo (CD AGD-FyL, Lista Violeta FFyL/Colectivo de Docentes del CBC). Glozman, Mara (Colectivo de Docentes del CBC/FFyL). Gómez, Alejandro (FCE). Gómez, Fernando (Lista Violeta FFyL). Gómez, Sebastián (FFyL). Gonilski, Martín (FCE). Gon Agüirre, Gerardo (FCE). Grotz, Eugenia (FCEyN/Programa UBA XXII). Harracá, Martín (FCE). Heiber, Pablo Ariel (FCEyN). Hirsch, Dana (FP). Iribarne, Juan Pedro (FP). Jacoby, David (FCE).  Kalos, Martín (FCE). Kejsefman, Igal (FCE/CBC). Killian Galván, Violeta (Lista Violeta FFyL). Klimezuk, Patricio (FDyCS). Lafleur, Lautaro M. (FCS). Langer, Ariel (FCE). Lastra, Facundo (FCE / FCS). Lion, Nicolás (FCE). López Pombo, Carlos Gustavo (FCEyN). López, Gabriel F. (Lista Violeta FFyL). Luque, Paula Soledad (FCE). Matusevicius, Jorgelina (FSC). Mazzucco, Noel (FCE). Méndez, Ignacio (FCS). Messina, Luciana (Lista Violeta FFyL). Molina, Fernanda (CD AGD-FyL, Lista Violeta FFyL). Morgenfeld, Leandro (Lista Violeta FFyL). Musacchio, Ofelia (FCS). Nardin, Santiago (FCS). Odisio, Juan (FCE). Oliveto, Germán (FSOC). Ogando, Martín (FCS). Otero, Rocío (CBC). Paez, Sergio (FCE). Pena, Julia (FCE). Perret, Gimena (CBC). Perelmuter, Tamara (FSOC). Pérez, Alejandro (FCS). Piérola, Cecilia (CBC). Piva, Adrián (CD AGD-FyL, Lista Violeta FFyL). Pulleiro, Adrián (FSOC). Pulleiro, Juan Pablo (FP). Pryluka, Pablo (CBC-FFyL). Rabinovich, Joel (FCE). Rebagliati, Lucas (Lista Violeta FFyL). Rikap, Cecilia (CD AGD-FCE / CBC). Robbiano, Juan Pablo (FIUBA) Rodríguez, Leandro (Colectivo de Docentes del CBC). Rodríguez Miglio, Martín (CBC / FCE). Saccal, Guido Alberto (FCE). Santana, Guadalupe (FSOC).Slipak, Ariel Martín (Colectivo de Docentes del CBC / FCE). Szapiro, Aníbal (Lista Violeta FFyL). Tafuro, Sebastian (FCS). Villalba, Evelin (FP). Vissani, Ignacio (FCEyN). Vitale, Pablo (FCS). Wahlberg, Federico (FCE). Weisz, Eduardo (CD CBC, Colectivo de Docentes del CBC/FCS). Zagalsky, Paula (Lista Violeta FFyL). Zarowski, Mariano (FSOC). Zitto, Eduardo (CD AGD-FIUBA).


[1]Ejemplo de esto es, entre otras cosas, el escaso protagonismo que se le asigna a los debates sobre la reforma de los planes de estudios, los reglamentos de ingreso, permanencia y promoción docente y estructuras de cátedras o departamentalización, entre otros, que se llevaron y llevan adelante en varias unidades académicas .
[2] Esto se manifiesta, por ejemplo, en la conformación de la Mesa Ejecutiva, en la cual, a partir de la última elección, se excluyó a los secretarios gremiales de las comisiones internas y se le quitó un representante a la primera minoría. Otros ejemplos de estas prácticas son los modos de elección de congresales para CONADU Histórica o el impedimento de la representación de las listas opositoras en la Junta Electoral.
[3] La denominación genérica de “servicios a terceros” es utilizada normalmente para denotar los contratos con empresas o particulares por medio de los cuales la universidad realiza asistencias técnicas disponiendo para esto de los recursos que debieran ser utilizados para docencia e investigación.
[4] En algunas unidades académicas, hay docentes frente a curso que realizan sus tareas sin nombramiento. En estos casos, no sólo se trata de docentes que trabajan de manera gratuita sino que ni siquiera cuentan con un reconocimiento institucional de su labor docente.